Somos reproductoras del mundo


Literal y metafóricamente.

Nuestro vientre reproduce a nuestra raza. Nuestro vientre es la esperanza de la supervivencia del ser humano.

Pero también reproducimos lo que conlleva el ser humano: amor, pero también odio; alegría, pero también dolor.

Muchos estudios han demostrado que las mujeres somos las principales reproductoras del machismo, porque desde que somos madres comenzamos a "educar" para crear "machitos". Les impedimos romper el cordón umbilical con chantajes; les recordamos eternamente que ninguna mujer es como su madre, que ninguna le sabrá resolver mejor sus problemas que su madre, incluyendo cocinar. Las madres les pedimos que no laven, que no recojan su plato, que para eso nos tienen o para eso está su hermana. Y si su esposa lo hace enojar, le aconsejamos que la "meta en cintura" para que aprenda. Las madres que son maestras también reproducen el machismo. Prefieren a los alumnos que a las alumnas, porque ellos sí lograrán seguir estudiando, en cambio las niñas terminarán... pero truncando los estudios, ¿para que perder tiempo en ellas?

Hemos pensado estas y muchas más formas en que las mujeres-madres hemos reproducido el machismo. Pero...

Ahora sabemos que no es "natural". Que hemos educado así porque así fuimos educadas. Y cada día tratamos de romper esta espiral de poder y de violencia, de reproducción de la misoginia y el machismo. Ahora estamos reproduciendo no sólo mejores hombres, sino también mejores mujeres, porque sin duda, lo que le suceda a un sexo repercutirá siempre en el otro, sea bueno o malo. Ahora buscamos que lo que tengamos que reproducir, sean mejores formas de convivencia entre los dos sexos, basadas en el respeto, la igualdad de oportunidades y el reconocimiento de las diferencias.